La Selección Española ha caído en octavos de final frente a Rusia, en la tanda de penaltis. Ha sido un partido plano, con pocas ocasiones de gol y, de nuevo, con un rival que se cerraba atrás. Analizamos las claves de la debacle de España en Rusia 2018.
La destitución de Lopetegui: la peor decisión en el peor momento
¿Cómo es posible que una selección que quiere ganar el mundial prescinda de su seleccionador 48 horas del partido inaugural? Esto fue lo que pasó en España. La primera decisión que se debería tomar es la de prescindir de un presidente que no mira por los intereses del grupo. Lopetegui hizo mal negociando con el Real Madrid antes de empezar el mundial. Florentino Pérez hizo mal negociando con un entrenador en pleno campeonato y anunciándolo enseguida. Pero Rubiales cometió el error más grande. Porque esta selección es de Lopetegui, no se puede hacer un cambio tan drástico con tan poco tiempo para hacer nada.
La suerte y el Var nos dio el primer puesto del grupo
España cayó ante la anfitriona del Mundial, pero pudo caer perfectamente en la fase de grupos. Tres partidos mediocres ya vaticinaban un mal desenlace. En los tres primeros partidos sólo la suerte y el Var nos hizo acabar primeros de grupo. Curiosamente el primer partido, contra Portugal, fue el único medio decente de la Roja. A partir de entonces empezaría una espiral de mal juego, que Hierro nunca supo enderezar.
Inseguridad atrás
Desde el primer partido se vio que David de Gea debía ser cambiado. No era condenar su error, era lavar su imagen y dar más posibilidades al equipo español. A un mundial van tres porteros. Tres porteros que pueden jugar, según el estado de forma que tengan. Y en Rusia no vimos ni a Kepa, ni a Reina. Si vimos a de Gea que era un mar de dudas. Y por ahí empezaron todos los problemas de España. La defensa debía abarcar más espacio, defender más zona, porque al portero se le caían los palos encima. Además estaba nervioso, acojonado. La cita mundialista le quedó muy grande.
Pases horizontales, sin peligro y sin reacción
Los errores en ataque quedaron disimulados en la primera fase por el desastre que había atrás. Sin embargo en el segundo partido, contra Irán, marcamos de rebote. Eso fue lo que nos dio el pase. Vale que Irán se encerró atrás. Vale que pegaron todo lo que quisieron, sin castigo. Vale que perdieron tiempo. Pero parece que eso sirvió para acojonar a los españoles, que debían ofrecer más verticalidad en todo momento. Y este mal se vio en cada uno de los partidos, especialmente acentuado en los octavos contra Rusia, donde sólo consiguieron otro gol de rebote en 120 minutos.
No se les veía actitud en octavos: el desastre total
Lo peor de todo es que España ha ido de más a menos. Y no es que con Portugal estuviéramos bien. Cada partido de la Roja era el peor que se había hecho en años. Pero el peor de todos llegó frente a los anfitriones. Se sabía que no iba a ser un partido fácil, pero pudo serlo. En los primeros minutos España marcó otro gol de rebote. A partir de entonces empezó un juego horizontal, sin intención de profundizar en el agua y con el riesgo de perderla (lo que nos suponía una contra peligrosa).
Parece que los jugadores habían quedado al otro día en Ibiza, porque sino no se entiende nada. Cada pared que intentaba hacer algún jugador, acababa en pase atrás. No es que fuéramos peores, es que no quisieron ganar. Cuando regateaban parecía que lo hacían con sus hijos. Hicieron más de 1000 pases, con una efectividad tremenda. Pero en ningún momento se buscó la portería rival. En la prologa Rodrigo fue el mejor, pero no le llegaron pases. Y esto señores, es peor que caer por ser inferior al rival. Pero no os equivoquéis: con Lopetegui habría sido igual.
Ah, y menos mal que Piqué deja la selección. Pero deberían seguirle por lo menos de Gea (una parada en todo el mundial), Jordi Alba (no subió), Silva (desaparecido) e Iniesta (sin la magia que recordábamos). Aunque la culpa de la eliminación es de todos.